La lengua como símbolo de resistencia

La lengua puede convertirse en un símbolo de resistencia en contextos de colonización, exilio, represión cultural o pérdida de identidad por diversas razones. En el caso de los saharauis en los campamentos de Tinduf, el uso del español representa mucho más que una herramienta de comunicación: es un acto político y cultural. Aquí te explicamos cómo y por qué:
1. Preservación de la memoria histórica
El español fue la lengua del poder colonial durante el dominio español del Sáhara Occidental (hasta 1975). En lugar de rechazarla, muchos saharauis la han reapropiado como parte de su historia.Utilizar el español hoy es una manera de no olvidar su vínculo con España y recordar el compromiso histórico que, muchos sienten, España aún no ha cumplido plenamente (como el referéndum de autodeterminación).
2. Identidad y diferenciación frente a Marruecos
Marruecos promueve el árabe y el francés como lenguas principales. En contraste, muchos saharauis insisten en el uso del hassanía (dialecto árabe saharaui) y el español como señas de identidad diferenciadora frente al ocupante marroquí. Hablar español en los campamentos es una manera de reafirmar su identidad saharaui y marcar una frontera simbólica con Marruecos.
3. Acceso a la solidaridad internacional
El español es también un puente con el mundo hispanohablante, especialmente con España y América Latina, donde el movimiento de solidaridad con el pueblo saharaui es muy activo. La capacidad de hablar y escribir en español permite a los saharauis:
Difundir su causa en medios internacionales.
Estudiar en el extranjero (programas como "Vacaciones en Paz", becas universitarias en Cuba o España).
Establecer relaciones diplomáticas y culturales con países afines.
4. Educación como herramienta de empoderamiento
El español ha sido una de las lenguas clave en el sistema educativo de los campamentos. Muchas mujeres saharauis se han formado como profesoras de español, y han asumido así un papel activo en la educación, la cultura y la resistencia simbólica. Enseñar español en ese contexto es también enseñar dignidad, historia y futuro.
5. Lengua como resistencia simbólica y práctica
Usar una lengua que no es la del invasor (francés/marroquí) es en sí una forma de resistencia simbólica. Pero también es una resistencia práctica, ya que les permite narrar su propia historia desde su punto de vista, sin intermediarios que "traduzcan" su lucha.
Ejemplo concreto:
Cuando una mujer saharaui enseña español a niños en un campamento de refugiados, no solo les da una herramienta lingüística. Les está dando:
Una conexión con una historia común.
Acceso a una narrativa alternativa al relato oficial marroquí.
Herramientas para defender sus derechos en foros internacionales.